Estás en tu casa o en la oficina, y entre
correo electrónico y correo electrónico, te pones a ojear en Google algunas de
las imágenes de la playa y quieres Ir a
la playa porque te apetece, e incluso casi podríamos decir que también es una
necesidad porque lo de escaparse aunque sea un día a rebozarse en arena y sal
resulta que también es beneficioso la salud. La llamada talasoterapia, tal
y como la definen desde la Sociedad Española de Hidrología Médica (SEHM), es
“la utilización con fines terapéuticos del agua del mar junto al clima
marítimo”, teniendo en cuenta elementos como el bioclima marino (más
concretamente la exposición de manera metódica y sistemática al sol, denominada
helioterapia, y la climatoterapia marina, utilizando la atmósfera, temperatura,
humedad, vientos, presión barométrica, etc.); el agua de mar; los lodos y algas
marinas; además de la arena y todas las demás sustancias de origen marino cómo
el placton y phitoplacton. Su utilización con fines terapéuticos, por parte de
médicos expertos, en enfermedades reumáticas, traumatológicas, dermatológicas,
del sistema respiratorio o del sistema venoso y linfático y venoso, entre
otras, demuestra que la naturaleza a veces puede hacer mucho por nosotros. Es
por ello que si bien ir a la playa no tiene los mismos efectos que acudir a un
centro especializado, sí que puede aportarnos algunos beneficios a tener en
cuenta:
1. Relajarnos y dormir mejor: Si acudimos a la playa a relajarnos, en vez de a una gran ciudad, no es sólo por el hecho de encontrarnos con menos gente y practicar el vuelta y vuelta en la hamaca, sino porque realmente el entorno marítimo ayuda a mejorar nuestros niveles de estrés. Tal y como explica Araceli Muela García, especialista en hidrología médica, “la ionización negativa de la brisa marina aumenta los niveles de serotonina, con lo que comienza a disminuir los niveles de ansiedad”. Todo ello sumado a que “el ejercicio físico que se realiza durante la natación, favorece el enlentecimiento del ritmo cardíaco, una mejor oxigenación de los tejidos y mejora la circulación periférica, pero es que además el sol y el calor tienen efectos sedantes, por lo que tras un baño, la fatiga acumulada por el esfuerzo facilita la relajación y la inducción al sueño”.
2. Mejorar nuestras articulaciones
con un paseo: Si unimos playa con el concepto salud, seguramente pensemos en
aprovechar nuestras vacaciones, para hacer más ejercicio, aunque sea para
realizar largos y relajantes paseos, que pueden favorecernos más de lo que
pensamos. Jesús J. Rojo, director del departamento de salud y rendimiento
humano de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (INEF),
insiste en que en la playa “la libertad de ropa y el contacto del aire sobre
nuestra piel nos invita a pasear, y posiblemente esta sea la actividad más
practicada, el paseo por la playa”. Lo que no es tan conocido es que durante el
mismo “se mejora la propiocepción en las articulaciones del pie, rodilla y
cadera, a la vez que regenera la piel de la planta del pie y, si vamos mojándonos
las extremidades inferiores, refrigeramos el organismo, ya que desde la planta
del pie se bombea la sangre hacia el corazón”, apunta el experto. Así, este
paseo a un buen ritmo, es decir, a unos 5-6 Km/h, “va a ir adaptando nuestro
organismo y tonificando la musculatura de piernas y muslos”. Incluso, si
hacemos un poco de esfuerzo y subimos un poco de pendiente también se
tonificarán los glúteos, eso que tanto ansiamos. “Pero lo más importante es
realizar el paseo a primera hora de la mañana o última de la tarde y siempre
con factor protector y protección de ojos con gafas o lentillas con filtro UV”,
advierte el profesor de INEF, que por último añade que además, “algunas
personas aprovechan el aire libre para practicar algún deporte, aunque sea petanca
o palas, lo que nos permitirá quemar alguna caloría más, las del helado
vespertino, a la vez que nos hará pasar el tiempo de forma más entretenida”.
3. Relajación muscular con las
olas: Si pasear nos ayuda a mejorar las articulaciones, parece que nadar,
mejora nuestra musculatura, y es que “el golpeo de las olas contra nuestro
cuerpo actúa a modo de masaje, provocando una relajación muscular”, añade Jesús
J. Rojo. Además, movernos dentro del agua tiene otros beneficios, “no tanto el
nado, que suele realizarse con estilos poco adecuados y no alcanza la
intensidad ni duración que se pudiera considerar como ejercicio, sino el andar
dentro del agua o realizar esos saltos rompiendo olas”. La cuestión es que al
estar dentro del agua nuestro peso disminuye, “con lo que podemos mover
rodillas y cadera con una carga menor, lo que beneficia la nutrición del
cartílago, a la vez que no se le daña si estamos pasados de peso. También
tendremos el beneficio provocado por mejorar el retorno venoso y realizar un
buen drenaje linfático, todo ello debido a la mayor presión que hay a mayor
profundidad”.
4. La brisa marina mejora
nuestra respiración: Todos lo hacemos, llegamos a la playa, soltamos las
bolsas, y respiramos hondo para decir eso de “huele a mar”. Una costumbre que
resulta ser bastante sana. En ello insiste la Dra. Muela García, “la brisa
marina actúa como una especie de aerosol o spray natural muy rico en yodo,
perfecto para regular la glándula tiroides y por el grado de humedad, ayuda a
la expulsión de moco.”. De hecho, tal y como explica la especialista en
hidrología médica, al respirar esta brisa marina “el ritmo cardíaco se hace más
lento y mejora la circulación periférica, aumenta la amplitud de los
movimientos respiratorios, mejorando la ventilación pulmonar, aumenta la
hemoglobina y hematíes y fijación de oxígeno. El aire marino, además, produce
ozono de forma natural con propiedades bactericidas que también previene
enfermedades respiratorias”. Mucho mejor que respirar el aire de ciudad, desde
luego.
5. La química natural: Al
contrario que el agua dulce, el agua salada tiene una composición mucho más
compleja y de hecho “adquiere su característico sabor salado por la alta
concentración de sales minerales que están disueltas, rica en cloruros, sodio,
magnesio, calcio, potasio, yodo, etc.” Esta riqueza mineral aporta diferentes
efectos sobre el organismo, entre los cuales la experta en hidrología médica
destaca “la acción antialérgica sobre la piel y el aparato respiratorio; la
acción descontracturante muscular; la relajación del sistema nervioso; la
reactivación circulatoria de los tejidos; el efecto antioxidante para paliar el
envejecimiento de la piel; la acción oxigenante a nivel celular; la fijación
del calcio en procesos de osteoporosis; la mejora del ritmo cardíaco y la
mejora la función muscular”. “el agua del mar y los elementos que lo acompañan
son ideales para conservar la salud integral por su repercusión general sobre
el metabolismo y las funciones orgánicas y físicas”.
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