BATALLA DE AYACUCHO


BATALLA DE AYACUCHO                                                             Por el Lic. Pedro Chaparro
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Antecedentes: Tras la victoria de Junín (6 de agosto de 1824) el Ejército Unido Libertador del Perú emprendió muy lentamente la persecución de los realistas ocupando el poblado de Tarma. Dos días después alcanzó Jauja donde permaneció casi un mes. Finalmente, a mediados de septiembre se fue concentrando todo el Ejército colombiano en Challeranca (o Challhuanca), al mismo tiempo “las montoneras ensanchando su esfera de radio de acción habían ocupado Abancay y la orilla izquierda del Apurimac”. En el bando realista, el Teniente General José de Canterac inició su desplazamiento desde Jauja hasta Carhuamayo, pasando precipitadamente en retirada por la pampa de Junín hasta su reunión en el Apurimac, había sufrido 2.000 bajas entre enfermos, desertores, rezagados, muertos y prisioneros. La retirada realista de Junín partió por la noche en completo desorden. Canterac le imprimió “innecesariamente” una actitud de desbande, provocando pánico y cansancio en la tropa. La desmoralización era cuestión de tiempo. Marchas forzadas y el abandono definitivo de la provincia completaron el cuadro dramático de esta fuerza del Ejército Real. “Bolívar no persiguió al ejército enemigo, sólo pellizcó su retirada. Se dirigió con toda su masa a Huancayo. Allí se le unió el Gral. Don Bernardo O´Higgins, desterrado de su patria y desde este punto, en vista de que sus tropas perdían estado físico muy rápidamente, ordenó al Gral. Sucre la reorganización de la retaguardia. Este se sintió desplazado, pero cumplió la orden con un dejo de rebeldía. Terminada su tarea, pidió su regreso a Colombia. El Libertador le dijo que podía hacerlo, pero que considerase que le había dado una orden que el mismo Libertador se sentiría orgulloso de cumplirla personalmente. Satisfecho en su orgullo, continuó Sucre en el ejército…” El General Simón Bolívar no pudo aprovechar esta ventaja transitoria, a pesar de que a mediados de septiembre se desplazó hasta Challhuanca donde nuevamente detuvo la persecución. Entonces el Congreso del gobierno de Nueva Granada (Colombia), desautorizó al General Simón Bolívar a conducir operaciones militares en Perú, por lo que éste delegó el mando en el General Antonio José de Sucre y se retiró a Lima vía Jauja, Chancay, para pasar a su Cuartel General en Pativilca. Bolívar nombró al coronel Alejo Bruix como uno de sus Ayudantes en la Secretaría. Por orden de éste, Bruix asumiría el comando de una de las columnas de la División que venía de refuerzo; por lo que este jefe debió marchar a Lima junto al Libertador, delegando el mando del Regimiento de Granaderos a Caballo en el coronel Félix Bogado. Ese mismo 24 de octubre, el General Simón Bolívar partió a Lima. El ejército quedó al mando del General Antonio José de Sucre sobre el cual el Libertador tenía una gran confianza. Antes de partir, le impartió órdenes concretas de no empeñarse en acciones armadas ni dispersar la fuerza, para mantener concentrado y reunido este componente hasta concretar el refuerzo de una División colombiana (coronel Luis Urdaneta) que estaba al llegar a Lima. 
“El 24 de octubre, estando en Huancayo, el Libertador recibió el correo de Colombia y a través de él se informó de que el Congreso del 28 de julio, de su país, había tomado algunas decisiones consistentes en:
a) Privarle de las facultades extraordinarias que había venido gozando en el teatro de operaciones, las que serían en adelante potestad del jefe del Ejecutivo en ejercicio, en este caso, el Gral. Santander.
b) Por el mismo instrumento se le prohibía mandar al Ejército colombiano que operase fuera de sus fronteras nacionales lo cual sería asimismo potestad del Presidente en ejercicio. Este, en función de tal potestad, delegó sus funciones privativas en calidad de Comandante en Jefe del Ejército colombiano, en la personal del Gral. Antonio José de Sucre. Recordemos que, para el combate de Junín, el Regimiento de Granaderos a Caballo ya había quedado disminuido a un Escuadrón, con un efectivo de cerca un centenar de hombres.
Preliminares desde el Bando Realista: Durante los primeros días del mes de agosto, (3 de agosto de 1824) los realistas consolidaron su posición en el Callao. Recordemos que desde el mes de febrero el coronel José Ramón Rodil y Campillo liberó a los sitiados de El Callao mientras que el Mariscal de Campo Juan Antonio Monet dejó Lima (29 de febrero) nuevamente en manos de los patriotas. El General Bolívar al arribar a Chancay, se encontró con la sorpresa de que en el puerto del Callao se hallaban fondeados los buques de guerra españoles “Asia” y “Aquiles”. Estos junto con otros tres bergantines realistas, habían derrotado a algunos navíos peruanos poniéndolos en fuga rumbo a Guayaquil. Nuevamente el mar parecía volver a estar en manos de las fuerzas del Rey de España después de mucho tiempo… Para peor, el 3 de noviembre, el coronel colombiano Luis Urdaneta había intentado conquistar la fortaleza, pero había sido emboscado y derrotado con severas pérdidas en La Legua. Luego Bolívar (desde Chancay) tomó conocimiento de que el hábil Teniente General Jerónimo Valdés había negociado y “pacificado” al Brigadier (realista rebelde) Pedro Antonio Olañeta en el Alto Perú dirigiéndose rápidamente con esta fuerza hacia el norte en reunión de fuerzas del Virrey Teniente General José de La Serna e Hinojosa. Es decir, a pesar de la deshonrosa derrota de Junín, los realistas seguían accionando exitosamente por su movilidad estratégica, reuniéndose rápidamente y logrando la superioridad local en oportunidad. El Ejército Libertador del Perú del General San Martín había sufrido esta situación en muchas ocasiones... La Serna no perdió el tiempo y empezó a reorganizar su ejército. En el mes de octubre llegó a contar con cerca de 10.000 hombres y 11 piezas de artillería. Finalmente unificó su fuerza en Cuzco a la que denominó Ejército Nacional del Perú (duramente criticado por el depuesto Virrey Joaquín de la Pezuela, por querer darle un extremo tinte liberal a la fuerza real).
Este componente tuvo la siguiente composición:
Comandante en Jefe: Virrey Teniente General José de La Serna.
Ayudante: Brigadier Gerardo Antonio Vigil.
2do Comandante y Jefe de Estado Mayor General: Teniente General José Canterac.
2do Jefe de Estado Mayor General: Teniente General José Carratalá.
División Vanguardia: Comandante: Teniente General Jerónimo Valdés.
2do Comandante: Brigadier Martín de Somocurcio.
- Batallón del “Centro”, Jefe: Coronel Baldomero Espartero7 .
- Batallón de “Cantabria”, Jefe: Coronel Mayor Antonio Tur.
- Batallón “Castro”, Jefe: Se desconoce aún.
- 1er Batallón del Regimiento “Imperial Alejandro”, Jefe: Teniente Coronel Francisco Simón.

1ra División: Mariscal de Campo Juan Antonio Monet.
2do Comandante: Brigadier Juan Antonio Pardo.
- Batallón “Burgos”, Jefe: Coronel Joaquín de la Barreda.
- Batallón del “Infante Don Carlos”, Jefe: Coronel Pedro Aznar.
- Batallón “Guías del General”, Jefe: Teniente Coronel Bolívar
- Batallón “Victoria”, Jefe: Teniente Coronel Jaime Mercader.
- 2 do Batallón del 1er Regimiento, Jefe: Teniente Coronel Francisco Villalobos.
- Legión “Tacneña”, Jefe: Se desconoce aún.

2da División: Mariscal de Campo Alejandro González Villalobos.
- Regimiento “Gerona” (2 batallones):
   • 1er Batallón del “Gerona”, Jefe: Coronel Cayetano Ameller.
   • 2do Batallón del “Gerona”, Jefe: Coronel Domingo Echezárraga.
- Batallón “Fernando VIImo”, Jefe: Se desconoce aún.
- 1er Batallón del 1er Regimiento, Jefe: Coronel Mayor Joaquín Rubén de Céliz.
- 2do Batallón del Regimiento “Imperial Alejandro”, Coronel Juan Moraña.

División de Caballería: Comandante: Brigadier Valentín Ferráz.
Jefe del Estado Mayor: Comandante Ramón Gazcón.
Jefe de la 1ra Brigada de Caballería: Brigadier Ramón Gómez Bedoya.
Jefe de la 2da Brigada de Caballería: Brigadier Andrés García Camba.
- Regimiento de “Granaderos de la Guardia” (2 Escuadrones), Comandante: Coronel Valentín Valdez. - Regimiento de “Dragones de la Unión” (3 Escuadrones). Comandante: Coronel Ramón Gómez de   Bedoya.
- Regimiento de “Dragones del Perú” (2 Escuadrones), Comandante: Coronel Andrés García Camba.
- Regimiento “Húsares de Fernando VIImo” (3 Escuadrones), Comandante: Teniente Coronel Puyol. - Escuadrón de Granaderos de “San Carlos”, Comandante: Teniente Coronel Mayor Villagra.
- Escuadrón de” Alabarderos del Virrey”, Comandante: Se desconoce aún.
Comandante General de Artillería: Brigadier Fernando Cacho.
Comandante General de Ingenieros: Brigadier Miguel Otero.
TOTAL: 9.310 hombres y 14 piezas de artillería.
La Serna y su ejército se encontraban ocupando distintas posiciones en paralelo al río Apurimac, con su División Vanguardia sobre el poblado de Accha extendiéndose el resto de las Divisiones sobre Paruro y Cuzco. A continuación, La Serna, diseñó un osado plan para accionar contra el General Antonio José de Sucre a fin de destruir su fuerza en una batalla decisiva. Resolvió rodearlo por el flanco sur y finalmente obligarlo a modificar radicalmente el frente, atacándolo por la retaguardia, esto es, cortándole su línea de comunicaciones con Lima y Jauja. Además el Virrey sabía de las gestiones del General Bolívar para reforzar a Sucre con 6.000 colombianos, por lo que el tiempo era también importante.
En términos políticos: En Hispanoamérica, el Ejército Real ya no tenía ninguna representatividad ni legitimidad de la península: En 1823, Luis XVIII había permitido el ingreso del Ejército (francés) del Duque de Angulema. Fernando VII había disuelto al ejército español e incluso abolió la Constitución Liberal de 1812. Para 1824 ya en Madrid, el rey Fernando VII dio inicio a la persecución y disolución de todo resquicio liberal, creando las Comisiones Militares para la “purificación” del Ejército. Los oficiales y la tropa del Virrey La Serna (liberales) si no lo sabían, lo sospechaban. Por eso los términos de tiempo políticos del Virrey, eran más apremiantes que los de su par Bolívar. El Brigadier (absolutista) Olañeta ya había desobedecido la autoridad del Virrey. El hábil Teniente General Valdés lo convenció para que cesara “momentáneamente” su accionar. Otro movimiento interno podría surgir en cuestión de semanas. De hecho, Olañeta obtuvo los títulos de Virrey del Perú, del propio rey Fernando VII.
Es de hacer notar que durante el desarrollo de la batalla de Ayacucho desde la oficialidad hasta el último tambor realista eran en su mayoría, sudamericanos y muy pocos españoles, entonces el 24 de octubre (mientras el General Bolívar dejaba el comando del Ejército Unido Libertador del Perú), La Serna resolvió abrir la campaña jugado a una sola carta. Explotaría para ello, la superioridad numérica por sobre la fuerza colombiana de Sucre. El 31 de octubre la División Vanguardia del Teniente General Valdés arribó a Mamara desde donde adelantó distintos reconocimientos sobre las posiciones del General Sucre. Sin embargo, el general colombiano alertado de la maniobra de La Serna ordenó levantar inmediatamente sus posiciones y replegarse hacia el norte. Así pues, en los primeros días de noviembre, Sucre alcanzó el río Pachachaca donde instaló posiciones defensivas entre Pichirhua, Casinchigua y los afluentes del río Apurimac; allí montó una defensa lineal de 15 Km de longitud. Se habían logrado evadir del encierro que tramaban las fuerzas de La Serna. El Virrey no se dio por vencido y resolvió avanzar a marchas forzadas por Challhuanca en paralelo con Sucre con rumbo norte, para retomar hacia el este y cortarles la retirada a los independentistas. El 18 de noviembre las fuerzas del Ejército Real habían transpuesto Mamara, Challhuanca, Pampachiri, Carhuanca, Vilcashuamán y se hallaban en Rajay. De inmediato despachó una patrulla a Huamanga para tomar contacto con las fuerzas de Sucre. Pronto comprendió que el penoso rodeo, si bien exitoso, no había producido efecto en la fuerza colombiana. Sucre apenas se había adelantado hacia el noroeste… Nuevamente se veía burlado por el general colombiano, que se mantenía avanzando expectante, consolidado en el terreno (abastecido desde Andahuaylas), con su fuerza intacta, sin entrar en carreras de pánico hacia el oeste, como lo habrían hecho otros comandantes patriotas. Finalmente, Sucre resolvió posicionarse sobre las alturas Bombón, luego de desalojar a algunas fracciones realistas que trataron de impedírselo (21 de noviembre). “Las alturas Bombón constituían una magnífica posición para los patriotas porque no pueden abordarse, viniendo del norte a sur, sino después de cruzar el río Pampas; el paso por este río puede hacerse por el vado de Carhuanca al sur de Bombón, por Concepción o por el puente del Pampas frente a la posición. Las laderas escabrosas de Bombón ofrecían, además, gran facilidad para la defensa hacia el oeste, que era una de las direcciones que los realistas podían dar a su ataque” Entonces La Serna tuvo que descender desde Rajay a Pacomarca para retomar el contacto con Sucre. Al cruzar el río Pampas aguas arriba, había logrado su objetivo: Sucre y su fuerza estaban encerrados. “Durante tres días consecutivos ambos ejércitos maniobraron a la vista, río por medio. Sucre trataba de franquear el obstáculo fuera del alcance enemigo y evadirse. Con sólo 6.000 hombres no se sentía en condiciones de medirse con las tropas del Rey” Sucre necesitaba consumir tiempo esperando los refuerzos de Colombia, por lo que nada lo apuraba abandonando sus posiciones en Bombón. La Serna, por el contrario, no quería perder más tiempo y todas sus estratagemas para llevar a las fuerzas de Sucre al llano y librar la batalla decisiva no habían tenido eco en su par colombiano… el Virrey lanzó una proclama al país en la que prevenía que se dirigía a la costa con el objeto de recibir 14.000 hombres que debían llegar de la Península; como las comunicaciones de los patriotas estaban cortadas, Sucre cayó en el lazo que le tendía el Virrey creyendo en la noticia…” “…sin embargo,… no llegó a los extremos a que quería conducirlo el Virrey con esa falsa alarma”. El Virrey tampoco se dio por vencido y continuó planificando acciones para desplazar a Sucre de su posición en Bombón.
En principio, optó por abrir los espacios sobre el río Pampas y liberó el control de los pasos y vados de ambas márgenes del caudaloso curso de agua. Abandonó para siempre la idea de atacar a Sucre por la retaguardia y cortarle la comunicación con Lima. Ahora solo pensaba en librar la batalla, la cual aseguraba que sería exitosa por la sola presencia de sus fuerzas en el campo de batalla.
El 24 de noviembre el Virrey La Serna se replegó en dirección noroeste hasta Vilcashuamán buscando que el general colombiano lo siguiera en su repliegue. Pero hábilmente, el General Sucre nuevamente descubrió la maniobra realista y no descendió más allá de Uripa, replegándose en forma ordenada hacia Bombón. Entonces se desplazó hacia el sur hasta Carhuanca simulando que todo el ejército cruzaría el río por este punto. Allí despachó a la División del Teniente General Valdés hacia el sur y retaguardia de las posiciones colombianas. Esta vez la estratagema dio resultado. Sucre abandonó las alturas Bombón y cruzó el río Pampas por el frente. El Virrey retomó el camino de Carhuanca a Concepción y el día 30 de noviembre ambos ejércitos se encontraban en la margen izquierda del río Pampas. Sin embargo, el Virrey solo pudo iniciar su movimiento el 1ro de diciembre. En Concepción, aguardó a la División de Valdés con la que se reunió el día 3. Mientras tanto el General Sucre y el Ejército Colombiano se hallaban el 2 de diciembre en Matará y al día siguiente surcaban la quebrada del Corpahuaico. Aquí en Corpahuaico a la una de la tarde del 3 de diciembre, el Virrey La Serna le ordenó al General Valdés -que ya había retomado el contacto con la retaguardia colombiana- que ejecute un ataque con su División. El Batallón “Rifles” que protegía el movimiento de las Divisiones Colombianas fue duramente derrotado produciéndole cerca de 300 muertos. Además, cayó en poder de Valdés gran cantidad de bagajes y una de las dos piezas de artillería que disponía Sucre.
El día 4, Sucre arribó a Tambo Cangallo donde esperó a La Serna para librar la batalla. Sin embargo, los realistas prefirieron ocupar las alturas en la parte occidental del sector, desde donde dominaban la situación del ejército colombiano. Al día siguiente los realistas detectaron que Sucre se había retirado durante la noche, por lo que iniciaron la persecución de éstos, debiendo cruzar el río Pongora. A continuación, ocuparon las alturas de Pacaicasa. Como el general colombiano se había escapado de las vistas del Pacaicasa y había marchado hasta el poblado de Quinua, los realistas descendieron el Pacaicasa, cruzaron nuevamente el Pongora y se internaron en la quebrada de Huamanguilla que se continúa sobre los cerros de Condorcunka. Allí el Virrey ordenó acampar a la tropa.
Era el 8 de diciembre y desde este sector se dominaba también el dispositivo colombiano. Ya parecía una obsesión del Virrey La Serna, buscar la maniobra para atacar descendiendo alturas. En esta etapa de la preparación de la batalla los realistas parecían tener la situación controlada. Sus mariscales propusieron no conformar una base logística, prescindiendo de los avituallamientos, convencidos de que luego de la victoria se podrían reunir recursos y descansar en Huamanga. Sin embargo el terreno “presentaba todos los inconvenientes: en primer lugar, el campo de batalla estaba cruzado, paralelamente al frente de ataque, por una quebradilla o «lloclla» de regular profundidad que el atacante tenía que atravesar bajo el fuego enemigo, lo que indudablemente desordenaría las columnas de ataque; en segundo término, el descenso de la altura y la reunión de los realistas en el llano tenía que efectuarse en un terreno en glacis, que formaba un anfiteatro a tiro de cañón de los patriotas”. Desde el Condorcunka  el Virrey con su Jefe de Estado Mayor, diseñó su plan observando el dispositivo colombiano. Durante la mañana reunió a sus Generales y les impartió la orden de ataque, que una hora más tarde se llevaría a la práctica. “El Virrey había resuelto efectuar un ataque frontal, empleando desde el comienzo el máximo de tropas, para imponerse por la fuerza del número y por el choque brutal de masas”. La División del General Valdés se había desplazado con cuatro piezas de artillería durante el atardecer del día 8 de diciembre, amenazando el ala izquierda colombiana. Ya durante la noche Valdés adelantó cazadores los cuales se tirotearon con los (cazadores) del bando colombiano. El plan del Virrey La Serna comprendía la ejecución de dos fases:
- La 1ra: consistía en conquistar y mantener algunos sectores del terreno, adoptando posiciones favorables sobre el bajo, para permitir la maniobra coordinada de todas la Divisiones.
- La 2da: consistía en desencadenar el ataque con todas las Divisiones. Las misiones particulares para cada División que se pueden identificar eran: En la 1ra Fase:
- Para la División “Valdés” (en contacto): atacar con la División sobre la izquierda de Sucre, conquistar una pequeña casa y continuar sobre el dispositivo defensivo colombiano.
- Para la División “Villalobos”: mientras se produce el ataque de la División “Valdés”, descender y atacar la derecha del General Sucre. Adelantar un batallón y conquistar un sector importante del terreno (zona de seguridad, bastante profunda) permitiendo el despliegue sobre éste, de la caballería y de la artillería. Los cuatro batallones remanentes de la División, constituirán el 2º escalón de ataque para apoyar el ataque del primero. A su vez, dos de estos cuatro batallones, deberán quedar a disposición del Comandante en Jefe, Teniente General Canterac como reserva general.
- La División “Monet” (en el centro del dispositivo): debe permanecer a la expectativa y atacar el dispositivo colombiano a medida que progrese el ataque de la División “Valdés”. Seguidamente asumirá y continuará el ataque sobre la quebradilla, hasta ocupar el borde occidental enlazando ambas Divisiones, “alas del ataque”.
En la 2da Fase:
- Para la Artillería: ubicada a retaguardia de la División “Villalobos”, ocupará el sector conquistado por las Divisiones de vanguardia y abrirá fuego sobre el dispositivo enemigo. Esa será la señal de ataque para el Ejército.
- Para la División “Monet”: Encontrándose menos degradada que las otras Divisiones, constituirá el ataque final sobre el dispositivo enemigo.
- Para la Caballería: deberá atacar por la parte sur de la pampa donde la lloclla no dificulte su desplazamiento.
Una hora después, a las 10:00 Hs de aquel 9 de diciembre de 1824, los Tenientes Generales, Mariscales y Brigadieres realistas, empezaban a cumplir al pie de la letra el plan ideado por La Serna.
Preliminares desde el Bando Independentista: Como hemos expresado más arriba, la persecución colombiana al destacamento del Teniente General Canterac se realizó en forma inusualmente lenta y luego de pasar por Tarma, Bolívar se estacionó cerca de un mes en Jauja. El Virrey La Serna, recibió los restos de la fuerza de Canterac y tuvo que aguardar necesariamente que el Teniente General Valdés terminase con el levantamiento del Brigadier Olañeta en el Alto Perú. Ya hemos expresado la crítica situación con la que Bolívar se encontró en Chancay, por lo que nuevamente le hizo llegar su orden al General Sucre de preservar su fuerza. Asimismo, le ordenó que se reuniera en Andahuaylas, sobre el río Pampas, o sea, lo más próximo a la costa, para conectarse con el refuerzo de los 6.000 hombres.
Sucre no pareció conforme con el sector seleccionado por Bolívar y prefirió escalonar su fuerza para evitar que un ataque sorpresa realista termine con toda su fuerza en un solo acto. Luego, esta medida tampoco parecía segura pues el Ejército quedó escalonado sobre una extensión de 100 km, con lo cual podía ser fácil víctima de un ataque en detalle. Si bien las fuentes no coinciden en la oportunidad, Sucre, al no sentirse seguro en el sector de Chalhuanca y habiendo recibido los primeros informes de patrullas realistas al noroeste de Paruro y Accha, resolvió formar una Junta de Guerra. En la misma participaron los Generales Sucre, La Mar, Lara y Miller donde buscaron determinar la inconveniencia de permanecer en el actual o replegarse hacia Andahuaylas (como lo había ordenado del General Bolívar) teniendo en cuenta el probable accionar enemigo. Los Generales no llegaron a un acuerdo y menos aún si se contradecía la orden del General Bolívar. Por lo que Sucre resolvió organizar un Destacamento con el Regimiento Húsares del Perú, un Escuadrón de “Granaderos de Colombia” y el Batallón Nro 1 del Perú, siendo acompañado por los Generales Miller, Gamarra, Althus y otros. Inmediatamente todos pudieron confirmar la presencia de la División del Teniente General en Valdés en Cuzco, así como puestos avanzados realistas en Aacha, Tambobamba, Capacmarca, Colquemarca y Velille. Allí el Alférez Olmos y el Coronel Althus capturaron algunos elementos. Seguidamente arribó la orden “perentoria” del Libertador de mantener a la fuerza estacionada, así que se cancelaron los reconocimientos y se dio inmediato cumplimiento a su orden. Finalmente, el 7 de noviembre se replegaron las Divisiones colombianas al sector del río Pachachaca, quedando el dispositivo organizado con: El Cuartel General y la 1ra División en Pichirhua, la Caballería y la 3ra División en Cashinchihua y la 2da División en Chalhuani. Las Divisiones se posicionaron más o menos equidistantes en 5 Km. Simultáneamente el Virrey La Serna emprendió el rodeo que como vimos más arriba, desbordó muy al noroeste; también Sucre se replegó hacia el noroeste, pero sin forzar los movimientos de la tropa, asegurándose la preservación de la misma. Así entre el 14 y el 19 de noviembre, los independentistas partieron de Lambrana y se estacionaron entre Talavera, San Gerónimo y Andahuaylas. Sucre tomó conocimiento de la maniobra del Virrey La Serna, dándose cuenta que había quedado bloqueado su paso hacia la costa. Resolvió, por lo tanto, ocupar las alturas Bombón sólidamente posicionado y mejor abastecido por la rica región de Andahuaylas.
 Sucre continuaba sus días a la espera de alguna señal del General Bolívar. Así transcurrieron los días desde el 20 de noviembre hasta el día 30 en el cual Sucre se resolvió por abandonar Bombón y cruzar el río Pampas buscando aproximarse un poco más a Lima. Sin embargo, el general colombiano sabía positivamente que la batalla contra el Virrey era inminente. Había estado contrarrestando todas las estratagemas de los realistas para evitar una acción a campo abierto, donde sabía que la derrota era probable. Horas después en Corpahuaico (1ro de diciembre) Valdés dio alcance a la 1ra División colombiana del General Lara (Batallones “Vargas”, “Vencedor de Boyacá” y “Rifles”) que brindaba seguridad a retaguardia. Aparentemente los realistas alcanzaron a cortar el paso de toda la División: “… los dos primeros pudieron cargarse a la derecha, sirviéndose de sus armas para abrirse paso, y Rifles, en una posición tan desventajosa, tuvo que sufrir los fuegos de la artillería y el choque de todas las fuerzas…” El Batallón “Rifles” fue prácticamente deshecho, perdiendo cerca de 300 hombres. Además “…gran número de cargas de la impedimenta y del parque; entre estas últimas cargas cayó en poder de los realistas una de las dos piezas de artillería de que disponían los patriotas”.
Sucre no se perturbó y continuó su movimiento retrógrado rumbo al Tambo Cangallo donde arribaron el día 4 de diciembre. Aquí el general colombiano adoptó un dispositivo para enfrentar al Virrey La Serna pero éste no aceptó la batalla, quizás porque aquél mantenía una empecinada costumbre de atacar en batalla sobre la pendiente ascendiente, es decir atacando “a valle”. De todas maneras, Sucre se dio cuenta de que no era el mejor lugar para enfrentar a la fuerza real, por lo que resolvió replegarse durante la noche del 4 al 5 de diciembre. Los realistas fueron nuevamente burlados… “En cuanto a Sucre, rodeado de peligros por todas partes, no tenía más solución que romper el cerco en que se encontraba, jugando en una sola carta la suerte del Perú. Además, el 4 había recibido nuevas instrucciones del Libertador en las se le daba la autorización más amplia para que comprometiera la batalla en el momento que lo juzgara oportuno. Triunfar para los patriotas era la única esperanza de salvación y Sucre se decidió a buscar ese triunfo, contando con el valor de sus tropas y confiando en su propio talento”.
El 5, las fuerzas de los independentistas entraron en el poblado Huaichao donde descansaron, para seguir ese mismo 5 a Acos Vinchos para finalmente entrar al poblado de Quinua el día 6 de diciembre. Entre el 6 y el 8 de diciembre el general Sucre permaneció con su Ejército desplegado sobre el sector noreste de Quinua, hasta que tomó conocimiento de que el Virrey La Serna y el Ejército Real coronaban el Condorkanqui por lo que a la tarde del 8 de diciembre ocupó el valle, desplegando sus Divisiones sobre este estrecho frente. “El terreno que Sucre había escogido asesorado por sus tenientes, presentaba ventajas extraordinarias para la acción táctica. La pequeña pampa que lo separaba de su adversario, la zona polémica que se decía entonces, se hallaba encajonada entre dos profundas quebradas que aseguraban los flancos del dispositivo patriota, suprimiendo de esta manera todo peligro de desbordamiento o envolvimiento…”
La composición del Ejército Unido Libertador del Perú era la siguiente:
Comandante en Jefe: General Antonio José de Sucre y Alcalá.
Jefe de Estado Mayor: General Agustín Gamarra.
División Peruana (1.280 hombres): Comandante: Mariscal de Campo don José de La Mar.
- “Legión Peruana”, Jefe: Coronel José María Plaza.
- Batallón “Nro 1 de la Guardia”, Jefe: Coronel Francisco de Paula Otero.
- Batallón “Nro 2 de la Guardia”, Jefe: Teniente Coronel Ramón González.
- Batallón “Nro 3 de la Guardia”, Jefe: Teniente Coronel Miguel Benavides.

1ra División Colombiana (1.800 hombres): Comandante: General don Jacinto Lara.
- Batallón “Rifles”, Jefe: Coronel Arturo Sanders.
- Batallón “Vencedor de Boyacá”, Jefe: Coronel Ignacio Luque.
- Batallón “Vargas”, Jefe: Coronel Trinidad Morán.

2da División Colombiana (2.300 hombres): Comandante: General José María Córdova.
- Batallón “Caracas”, Jefe: Coronel José Leal.
- Batallón “Pichincha”, Jefe: Teniente Coronel José Manuel León.
- Batallón “Voltígeros”, Jefe: Teniente Coronel Pedro Guas.
- Batallón “Bogotá”, Jefe: Coronel José Galindo.

División de Caballería (400 hombres): Comandante: General Guillermo Miller.
- Regimiento de “Húsares de Colombia” (2 Escuadrones): Comandantes: Coronel Laurencio Silva – Coronel Pedro Alcántara Herrán.
- Regimiento de “Granaderos de Colombia” (3 Escuadrones): Jefe del Regimiento: Coronel Lucas Carvajal – Comandante de Escuadrón: Teniente Coronel José de la Cruz Paredes - Comandante de Escuadrón: Teniente Coronel Mariano Acero.
- Regimiento de “Húsares de Junín” (2 Escuadrones): Jefe del Regimiento: Coronel Manuel Isidoro Suárez – Comandante de Escuadrón: Coronel José Pedro Blanco - Comandante de Escuadrón: Coronel José Olavarría.
- Escuadrón de “Granaderos a Caballo de Los Andes” (80 hombres): Comandante: Coronel Alejo Bruix.
TOTAL: 5.780 soldados y una pieza de artillería.
Finalmente, no se conoce si el General Sucre tendría un plan defensivo u ofensivo. Dada la configuración del terreno y el dispositivo realista adoptado, no deberían quedarnos dudas de que los independentistas iban a defenderse hasta con las uñas. El General colombiano iría explotando cada error que detectara del Virrey La Serna o de la victoria de combates que se produjeran en el campo de batalla y que pudieran ser aprovechadas por sus Divisiones.
Sucre asignó a su Reserva toda la Caballería a órdenes del General Miller y la División de Infantería de su mayor confianza: la División “Lara”. Sobre el ala izquierda se posicionó la División peruana “La Mar” y sobre la derecha la División “Córdova”. “En esta disposición esperó los acontecimientos”.
La Batalla: “El día 9 de diciembre de 1824 amaneció hermosísimo; al principio el aire era muy fresco y parecía influir en el ánimo de las tropas; pero así que el sol tendió sus rayos por encima de la montaña, los efectos de su fuerza vivificadora se vieron palpablemente; los soldados de uno y otro ejército se restregaban las manos y visiblemente hacían conocer el placer que les causaba y el vigor que recibían”. Vino entonces a producirse el famoso “abrazo de Ayacucho”: “Acerca de la comentada entrevista del Gral. Monet (español) con el Gral. Córdova (patriota) y de una centena de oficiales antes de la batalla de Ayacucho debió haberse realizado con la aprobación de ambos comandantes en jefes. Ambos ejércitos sabían que la lucha que se avecinaba sería la última de la larga guerra. Esta hidalga caballerosidad se venía observando en diferentes épocas y escenarios de la Historia militar. Es interesante el relato que hace Madariaga del encuentro del Brigadier don Antonio Tur con su hermano el Tcnel. don Vicente Tur…” “… «Yo no he venido a que me insultes, y si es así me voy, dándole la espalda, ya se iba, cuando don Antonio corrió tras él y abrazándolo lloraron largo rato» …” “Monet propuso la paz sin verter sangre”, dice: Córdova la aceptó, pero a base de la independencia del Perú, continúa diciendo.
Monet le hizo observar la superioridad del ejército español; Córdova contestó “que eso lo definiría la batalla”. A las 10:00 Hs los batallones y escuadrones realistas iniciaron el descenso del Condorkanqui con el Virrey La Serna entre ellos. Los artilleros descendieron sus piezas a lomo y una vez sobre la falda del valle empezaron a armar los cañones protegidos por la División Villalobos. De acuerdo a lo previsto, la División “Valdés” abrió fuego con sus cuatro piezas de artillería y de inmediato los batallones avanzaron sobre la izquierda de los independentistas. Imprevistamente los peruanos de La Mar empezaron a ceder gradualmente ante la embestida de los compactos batallones realistas. Se conquistó la pequeña casa, que era un objetivo intermedio y se continuó empujando a la División peruana. La División “Villalobos” descendió la falda del Condorkanqui y surcó trabajosamente la lloclla que se encontraba en la base de éste. Seguidamente se reorganizó e inició el ataque sobre la derecha colombiana, es decir sobre la División Córdova. El general colombiano tuvo que replegar sus guerrillas contra el impetuoso 1er Batallón del 1er Regimiento de la División Villalobos, apoyado por el Escuadrón “San Carlos” que había sido uno de los primeros en descender del Condorkanqui. Tres Escuadrones (Regimiento “Dragones de la Unión”) descendieron también y rápidamente se colocaron en formación. Hasta este momento la 1ra fase del plan realista se estaba cumpliendo sin inconvenientes… El General Sucre empeñó a la División Lara en apoyo de la División La Mar, la cual parecía que iba a ceder y que incluso se podría imaginar que el desenlace de la batalla iba a sucederse sobre la izquierda independiente. Lara logró estabilizar momentáneamente la situación. En el sector de la División Villalobos, el Jefe del 1er Batallón del 1er Regimiento realista, Coronel Rubín de Celis, al parecer confundido con los cañones de Valdés, apreció que se había iniciado la 2da fase, es decir el ataque general del Ejército Real. Sin importarle su misión original que era asegurar un sector del terreno al frente, el número de efectivos de la División Córdova y convencido que podía perforar la sólida defensa colombiana, se lanzó contra aquellos. Los infantes de Córdova le demostraron su error. Celis cayó muerto junto con una gran cantidad de sus hombres y los escasos supervivientes se retiraron. Se configuraba una situación favorable al General Sucre, que este no iba a desaprovechar. Le ordenó al General Córdova que inicie el ataque sobre éstos, para lo cual reforzó esta acción con fracciones de caballería de la Reserva. De inmediato se pusieron al trote los Escuadrones “Húsares” y “Granaderos” de Colombia a órdenes del General Miller. La División Córdova lanzó su ataque en persecución de los supervivientes del 1er Batallón del 1er Regimiento, los cuales chocaron contra el 2do Batallón del Regimiento “Imperial Alejandro” que mandaba el propio General Villalobos, sumándose al desorden general. Entonces el Escuadrón “San Carlos” atacó a la División colombiana para darle tiempo a la División Villalobos a que se organice, sin embargo, la fracción de caballería nada podía hacer contra los batallones de infantería y los escuadrones colombianos, así que el “San Carlos” fue derrotado perdiendo la masa de sus efectivos. El Virrey La Serna al ver el progreso de la derecha independentista, convocó a la División Monet para que accione directamente sobre el centro del dispositivo del General Sucre, con la intención de obligar a frenar el ataque de la División del General Córdova. Asimismo, el General Canterac que había retenido para sí, a los dos batallones del Regimiento “Gerona” (de la División Villalobos) los condujo contra la División Córdova obteniendo algún éxito inicial. Pero para sorpresa de los realistas, los batallones colombianos reaccionaban exitosamente a cada ataque enemigo; entonces, rodearon al General Canterac y continuaron arrollando a los infantes reales. Los tres Escuadrones del Regimiento “Dragones de la Unión” (y probablemente: el Escuadrón “Alabarderos del Virrey” y los dos Escuadrones del Regimiento “Granaderos de la Guardia”) realistas cargaron contra la imparable División de Córdova tratando de contener a los restos de los “Regimientos 1ro”, “Imperial Alejandro” y los escasos jinetes del Escuadrón “San Carlos” y volverlos a la lucha. Pero aquellos fueron interceptados por los Escuadrones del General Miller que a punta de lanza cargaron a sus pares realistas “Nuestra masa de la derecha marchó arma a discreción hasta cien pasos de las columnas enemigas, en que, cargadas por ocho escuadrones españoles, rompieron el fuego: rechazarlos y despedazarlos con nuestra soberbia caballería, fue obra de un momento…” En este caso el general Sucre le asigna cuatro Escuadrones al Regimiento “Granaderos de la Guardia”, pero, el coronel Dellepiane le asigna solo dos. A la confusión, se sumó la desmoralización de todo este sector realista del campo de batalla. El General Córdova redobló entonces el victorioso ataque sobre la izquierda del dispositivo del Virrey La Serna: “Desde ese momento, la división Córdova luchaba con una multitud de dispersos de distintos cuerpos y armas entre los que se abrió paso fácilmente, haciéndolos desbandarse y logrando apoderarse de las 7 piezas de artillería realistas, que todavía no habían llegado a armar en sus cureñas”. El Batallón realista “Fernando VII” (última Unidad de la División “Villalobos”) muy degradado de efectivos trató infructuosamente de contener a los infantes de Córdova que ya estaba comenzando a ascender por el Condorkanqui. Cubiertos parcialmente por las ondulaciones del terreno, los realistas no pudieron contener a los infantes de la División Córdova. Como relata el coronel peruano Carlos Dellepiane “el más joven y bravo de los Generales independientes” siguió conduciendo con firmeza a sus batallones y marchando al «paso de vencedores», hicieron flamear con orgullo el pabellón de Colombia a mitad de la falda del Condorkanqui. Este simple hecho, trajo consecuencias irremediables en la moral de las Divisiones realistas...
Entre tanto en el centro del frente de batalla, la División realista Monet, atravesaba con dificultad el último barranco para entrar en contacto con la posición independentista. El General Sucre que venía controlando el avance de esta División, sabía que, al aparecer la primera unidad realista, podía ser fácilmente atacada y expulsada nuevamente hacia abajo, contra el resto de los batallones que surcaban esta depresión. Entonces alistó a los Escuadrones “Húsares de Junín” al mando del Coronel Isidoro Suárez y de “Granaderos a Caballo de Los Andes” al mando del Teniente Coronel Alejo Bruix. A su vez desprendió al Batallón “Vargas” de la División Lara, con la misma misión que los de caballería. El ataque de los Escuadrones barrió al primer batallón que completó el pasaje, logrando que los supervivientes se replegaran (cayeran) sobre los hombres del segundo batallón que venía ascendiendo el lloclla. Así se logró el efecto de ocasionar confusión sobre la cabeza del ataque real, provocando el mismo resultado que Córdova se había logrado contra Villalobos unos instantes atrás. Con el ataque del Batallón “Vargas” y los jinetes argentinos, chilenos y peruanos que se lanzaron al interior del barranco, comenzó una persecución dentro de la depresión, que transformó en pánico y retirada, el repliegue ordenado por el General Monet. En el extremo norte del campo de batalla, la División Lara con el Batallón “Vencedor” y parte del "Vargas” habían estabilizado la situación y logrado detener el ataque de la División realista Valdés. El General realista y sus hombres habían sido testigos del fracaso del ataque de la División Monet y cuando visualizaron a la bandera colombiana que ahora ondeaba sobre la cima del Condorkanqui, se empezaron a replegar en pequeños grupos buscando no quedar aislados en el campo de batalla. “El General Valdez, extremadamente afectado a la vista de tal catástrofe, buscaba la muerte y hasta llegó a sentarse sobre una piedra para que los vencedores lo ultimaran; más el valiente coronel Diego Pacheco y otros oficiales le obligaron a abandonar tan temerario empeño y a continuar retirándose hacia la cumbre de la cordillera”. La batalla estaba en manos de los independentistas. Sucre ordenó a Córdova que se detenga para reorganizarse, encargándole a la División Lara que continúe la persecución hasta los altos de Tambo. El Virrey La Serna fue “herido en la acción en que intervino como un «simple granadero» llevado de su personal valor...” y hecho prisionero cuando fuera derrotado el Batallón “Fernando VII”. El Teniente General José Canterac asumió el mando de los restos del Ejército Real. Este no superaba los 500 hombres y tras dialogar con el resto de los Comandantes, resolvió marchar a Cuzco para después unirse a Olañeta. Pero los hombres se sublevaron y mataron a un oficial. Entonces los mismos Comandantes peninsulares pidieron una capitulación para poner fin a la batalla y a salvo sus vidas. Canterac se vio obligado a aceptar la rendición que le había sido ofrecida. Se presentó ante el General La Mar y éstos se presentaron ante el General Sucre para convenir los términos de los capítulos de la rendición.
Se acordó lo siguiente:
•Reconocimiento pleno de la Independencia del Perú por parte de España.
•Entrega de las plazas tomadas por los realistas al ejército libertador, con todos los elementos militares como armas, piezas de artillería, avituallamiento y otros apoyos. Esto incluía también al puerto del Callao.
•Se daría libertad a los prisioneros peninsulares y el gobierno peruano se comprometía a pagarles el viaje de regreso a su patria.
•Se respetaría la propiedad de los españoles radicados en el Perú.
•El gobierno del Perú se comprometía a reconocer la deuda por el gobierno español.
Tanto el trato benevolente del General Sucre, como las condiciones impuestas por éste al Virrey, los oficiales y a las tropas realistas (peninsulares y americanos), constituyó y constituye un preclaro ejemplo de caballerosidad para con el vencido, no observado en la Historia Militar.
Las bajas del ejército realista ascendieron a 1.400 muertos y 700 heridos; complementariamente se entregaron dentro de los capítulos de rendición 14 generales, todos los Jefes y la tropa; por lo que apreciamos que los rendidos ascenderían a no menos de 7.100 hombres aproximadamente.
Las bajas del Ejército Unido Libertador del Perú fueron de 309 muertos y 670 heridos.
“Se hallaban en poder del ejército Libertador, los Tenientes Generales La Serna y Canterac, los Mariscales Valdés, Carratalá, Monet y Villalobos, los Generales de Brigada Bedoya, Ferraz, Camba, Somocurcio, Cacho, Atero Landázuri,Vigil, Pardo y Tur, son dieciséis Coroneles, sesenta y ocho Tenientes Coroneles, cuatrocientos ochenta y cuatro Mayores y Oficiales; más de dos mil prisioneros de tropa: inmensa cantidad de fusiles, todas las cajas de guerra, municiones,…” A la una de la tarde la derrota del Ejército Real era un hecho; quedaba asegurada la libertad del Perú y concluida la campaña por la emancipación de los pueblos de Sudamérica del dominio español.

Lic. Pedro Chaparro.
Venezuela 2019

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