El turismo rural se podría encuadrar dentro de los
denominados «turismos alternativos» o «nuevos productos turísticos», es una
forma de turismo claramente influida por factores medioambientales. La
concienciación ecológica que empieza a desarrollarse en las sociedades actuales
ha impulsado, en gran medida, la aparición de consumidores que demandan una
forma diferente de disfrutar su tiempo de ocio. Es evidente que estamos ante un
tipo de turista todavía minoritario en nuestro país, pero con unas perspectivas
de crecimiento importantes en los próximos años.
Este previsible desarrollo no debe, sin embargo,
hacernos pensar que el turismo rural pueda llegar a convertirse en un turismo
de masas que sustituya en un futuro al tipo de turismo existente en la
actualidad (en el caso de Venezuela, el denominado turismo de «sol y playa»).
Este producto turístico (turismo de «sol y playa»), ampliamente aceptado por el
mercado durante décadas, atraviesa actualmente una fase de depresión en la que
su situación, aún sin ser preocupante, sí debe, sin embargo, reorientarse,
adaptándose a las nuevas circunstancias. Esta adaptación no significa, a
nuestro entender, una transformación radical del producto ofrecido hasta el
momento o incluso, como algunos auguran, una desaparición y/o sustitución de
dichos productos. La razón es, que el beneficio básico que los turistas buscan
apenas se ha modificado y son el resto de elementos añadidos a ese producto básico,
los que ahora se constituyen en factores determinantes de la elección del
turista.
El turismo rural, sin embargo, constituye un producto
diferente, en la medida en que se trata de un turismo minoritario dirigido a un
grupo de turistas para los que, precisamente, la ausencia de masificación es
uno de los principales elementos que condicionan su elección.
El concepto de turismo rural es amplio y difuso por lo
que no existe una definición comúnmente aceptada. Así, entre las numerosas
definiciones existentes destacamos las siguientes:
— Bardón (1990), indica que «el turismo rural es una
noción muy amplia que abarca tanto el agroturismo o turismo en casa del
agricultor, como cualquier otra actividad turística que se desarrolle en el
medio rural».
— Galiano (1991), aboga por una concepción amplia del
término, incluyendo dentro del turismo rural el agroturismo (directamente
relacionado con las explotaciones agrarias), y todas aquellas actividades
deportivas, culturales, cinegéticas... etc., que se desarrollen en el medio
rural. Estas conclusiones las desarrolla a partir de la definición de turismo
rural: «turismo rural es todo tipo de aprovechamiento turístico en espacio
rural, siempre que cumpla con una serie de limitaciones:
b) Que sea respetuoso con el patrimonio natural y
cultural.
c) Que implique la participación activa de la población
local.
d) Que mantenga las actividades tradicionales del medio,
huyendo del gigantismo y del monocultivo turístico».
— Gilbert (1992), considera que «el turismo rural
consiste en un viaje o pernoctación en una zona rural, ya sea agrícola o
natural, que cuenta con una baja densidad de población».
— Blanco y Benayas (1994), no definen el turismo rural,
sino que lo engloban dentro de los nuevos productos turísticos relacionados con
la naturaleza y definidos como «aquellas actividades recreativas y turísticas
que se realizan en el medio rural y en la naturaleza incluyendo, por tanto, todas
las formas de turismo asociadas a dichos términos (ecoturismo, agroturismo,
turismo cultural, turismo de aventura, turismo deportivo... etcétera)».
— Traverso (1996), define el turismo rural como «la
actividad turística de implantación sostenible en el medio rural».
— Blanco (1996), considera el turismo rural como «una
expresión singular de las nuevas formas de turismo, caracterizada por:
b) Producirse de forma reducida, a través de espacios
generalmente amplios.
c) Utilizar de manera diversa recursos naturales,
culturales, patrimoniales, de alojamiento y servicios, propios del medio rural.
d) Contribuir al desarrollo local y a la diversificación
y competitividad turística».
— Fuentes (1995), formula una definición que tiene en
cuenta tanto las características de la oferta como las de la demanda,
entendiendo por turismo rural «aquella actividad turística realizada en el
espacio rural, compuesta por una oferta integrada de ocio, dirigida a una
demanda cuya motivación es el contacto con el entorno autóctono y que tenga una
interrelación con la sociedad local»
Se puede decir, que «el turismo rural depende de las
características naturales, geográficas y etnológicas de cada región del país.
— Valdés (1996), considera que «el turismo rural es la
actividad turística que se desarrolla en el medio rural y cuya motivación
principal es la búsqueda de atractivos turísticos asociados al descanso,
paisaje, cultura tradicional y huida de la masificación».
Considerando pues algunas de las definiciones más
señaladas, vemos que de forma genérica se identifica al turismo rural con aquel
que afecta a todo tipo de turismo en el ámbito rural. También se utilizan los
calificativos de «nueva forma turística» o «nuevo producto turístico» o se le
define en contraposición a lo que no es (por ejemplo, «alternativa al turismo
de masas» o «alternativa al turismo urbano»; tampoco es «alojarse en un hotel
de un pueblo».
Podemos concluir así, indicando que el turismo rural
puede ser considerado una nueva forma turística, con una serie de
características propias que lo diferencian de los turismos tradicionales y que
suponen también, a su vez, diferencias apreciables con el resto de turismos
alternativos.
Las distintas características del turismo rural surgen
al analizar las diferentes definiciones que se han dado del turismo rural. Así,
un estudio de dichas acepciones nos muestra, entre otras, estas
características, que finalmente lo definirían:
1. Se caracteriza por desarrollarse en el medio rural,
como contraposición a los núcleos urbanos y trata de unir los intereses
turísticos y medioambientales con los de la comunidad local.
2. Supone una oferta turística reducida, lo que implica
la ausencia de masificación y la utilización de pequeñas infraestructuras en
armonía con la zona en la que se encuentran ubicadas.
3. Es un turismo que utiliza los distintos recursos
naturales, patrimoniales y culturales, propios del medio rural, pero siendo
respetuoso con ellos y cuidando, ante todo, su conservación y su
sostenibilidad. Dicha sostenibilidad conlleva «el aprovechamiento óptimo de los
recursos, la integración de la población local, la preservación y mejora del
entorno y todo aquello que permita un proceso duradero en contraposición al
modelo o concepto de la máxima rentabilidad en el espacio y tiempo, que
responde a la clara «especulación» y en la mayoría de los casos al modelo
convencional del turismo de sol y playa»
4. Supone un importante factor de desarrollo para las
economías locales, ya sea de forma individualizada o como complemento a la
actividad agraria.
5. Es básicamente demandado por turistas cuya principal
motivación es el contacto con el medio rural y el conocimiento de sus
particularidades, así como la huida de la masificación. Existe, por tanto, un
componente «educativo» en esta modalidad turística, que no se da en el turismo
convencional o de masas. Algunas de las características que hemos señalado
pueden atribuirse, igualmente, a distintas modalidades turísticas que se
desarrollan en el entorno rural. Así, varias de estas actividades se
caracterizan por estar implantadas en el medio rural, cuyas motivaciones
principales están relacionadas con la búsqueda de zonas no masificadas, en
contacto con la naturaleza y su gente que les permita disfrutar del paisaje o
realizar cualquier tipo de actividad deportiva, lúdica o cultural. Una
concepción del turismo rural en sentido amplio, incluiría, por tanto, formas
turísticas como el agroturismo, ecoturismo, turismo deportivo, turismo de
aventura... etcétera.
Por lo tanto, es interesante tomar en cuenta esta
importante alternativa para el disfrute de su tiempo libre que desea invertir
en una actividad turística muy atractiva y poco desarrollada en Venezuela.
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